Hace un mes que viajo, pedaleando de pueblo en pueblo por el este cordobés. Las rutas que atraviesan la pampa son largas rectas que a veces confunden la certeza del avance. Un campo dorado de trigo a la derecha, el verde de la soja a la izquierda, o al revés, kilómetro a kilómetro. O un campo pelado, cosechado, arrebatado de los colores brillantes que espera, con la aparente tristeza del despojo, nueva siembra. El camino gris de cemento es también un surco, donde caen las semillas esperanzadas que cada viajero lleva consigo. Ayer frené la marcha cuando vi una urraca sentada en las franjas amarillas que dividen los carriles. Sin inmutarse ante mi cercanía, se dejó levantar para que mis ojos vieran que algo la había golpeado. Sentí en mis manos el latido de un vuelo sentenciado, el calor de ese cuerpecito resignado era una breve llama que se apagaría al más mínimo soplo. Soplo que adoptaría formas tan disímiles según el azar del tráfico. La llevé al costado de la ruta, donde el pasto es mullido como colchón y al soltarla no hizo más que mover un poco las alas. No para intentar un vuelo, sino para acomodarse y esperar a que el final le llegue desde algún sitio. Y aunque elijo creer que su cuerpecito sanó en un renovado vuelo, nada me quita la certeza que el camino gris de cemento es también un surco donde la muerte levanta su cosecha.
miércoles, 3 de agosto de 2016
miércoles, 22 de junio de 2016
De Chazón a Bell Ville, de la sorpresa al asombro
I. Chazón, el empujón soñado
“¿Hasta Chazón vas a pedalear? Naaaa…” me dice un pibe de La Laguna mientras se pega a mi bicicleta con la suya. Es domingo 5 de junio, está nublado y hace frío pa’ polenta. “Sí, tengo que ir a contar cuentos” le contesto. “¿Y no te cansás?” es la pregunta que sigue y que se va a repetir cada vez que me encuentre con chicos de diferentes pueblos. “Sí, me canso. Pero descanso y vuelvo a salir” les contesto con una sonrisa a la que se suman.
jueves, 9 de junio de 2016
Volá Pedro (videocuento)
"Volá Pedro" es un cuento que surgió cuando presenté el espectáculo "Y yo simplemente te vi", en Córdoba. Hacía rato que tenía ganas de improvisar una historia en escena, por eso invité al público a jugar un PILO.
El PILO es un método para improvisar cuentos que tiene origen en Colombia. Básicamente, consiste en crear una historia a partir de un Personaje, una Intención, un Lugar y un Objeto (de ahí las siglas PILO). El narrador tiene unos segundos para pensar, luego un par de minutos para contar.
Aquella noche los cuentos hablaban de amor y había que mantener el género. El público me dio estos elementos: Pedro de 12 años, volar, Mar Chiquita y una pava eléctrica. Fue un desafío muy divertido, lleno de adrenalina porque en un momento me quedé totalmente en blanco y tuve que confiar en mi imaginación a ver hacia dónde me llevaba.
Hoy les comparto una versión algo retocada de aquél cuento, espero que la disfruten tanto como yo disfruté improvisarla, jugarla y ahora escribirla.
Buen camino! En breve más crónicas del viaje, ahora desde el sur cordobés!
El PILO es un método para improvisar cuentos que tiene origen en Colombia. Básicamente, consiste en crear una historia a partir de un Personaje, una Intención, un Lugar y un Objeto (de ahí las siglas PILO). El narrador tiene unos segundos para pensar, luego un par de minutos para contar.
Aquella noche los cuentos hablaban de amor y había que mantener el género. El público me dio estos elementos: Pedro de 12 años, volar, Mar Chiquita y una pava eléctrica. Fue un desafío muy divertido, lleno de adrenalina porque en un momento me quedé totalmente en blanco y tuve que confiar en mi imaginación a ver hacia dónde me llevaba.
Hoy les comparto una versión algo retocada de aquél cuento, espero que la disfruten tanto como yo disfruté improvisarla, jugarla y ahora escribirla.
Buen camino! En breve más crónicas del viaje, ahora desde el sur cordobés!
martes, 24 de mayo de 2016
De México a la milonga, del chapulín al choripán
Hace un tiempo que el DF (Distrito Federal) pasó a llamarse Ciudad de México (CDMX), un cambio que involucra varias cuestiones jurídicas y jurisdiccionales, pero todo el mundo sigue diciendo “de-efe”. Son las fuerzas de la costumbre. Como en Córdoba, que todos decimos “el Cható” para referirnos al Estadio Mario Alberto Kempes, o decimos “Palacio Ferreyra” cuando citamos al Museo Evita. Nos acostumbramos a los nombres, aprendemos a identificar de una manera y luego el cambio cuesta, lleva tiempo. A muchos en Córdoba nos encantaría que la Av. Colón tuviese otro nombre, sin embargo pasarían generaciones para que la sociedad incluyera el cambio como elemento cotidiano. Por eso el DF, que ahora se llama CDMX, se debate entre sus dos nominaciones, como se debatían en mi cabeza (otra vez) las ideas que de México me habían impuesto.
Porque, lamento decepcionar al público, México no es mariachis, tequilas, El Chavo y el picante. Es muchísimo más que eso, es un país inmensamente diverso y lamentablemente esa diversidad no la vemos en las películas. Es más, recién el último día de mi estancia en CDMX escuché mariachis cantando cerca de la casa. México también es mezcal, banda, conchas rellenas de cajeta (posta, no miento), Frida y Diego, murales inmensos, chile habanero, construcciones monumentales, contingencia ambiental, Jaime Sabines, tamales a las nueve de la mañana, paredes y voces que reclaman vivos a los 43, que gritan “Ni una más”; tanto pero tanto por conocer…
lunes, 2 de mayo de 2016
Cuentan que en Oaxaca...
¡Primera llamada, primera!
En abril, lo primero que te llena los ojos en Oaxaca es el brillo de sus colores. Sus fachadas imitando el arco iris, la gente vestida con decenas de tonalidades bordadas a mano, los árboles florecidos de rojos, blancos, violetas y amarillos. Sea de día, con el techo azul y blanco de nubes, sea de noche con las estrellas de sus farolas, Oaxaca de Juárez es una ciudad que te enamora la vista de buenas a primeras. Y en ese brote de colores arrancó el festival “Cuentos grandes para calcetines pequeños” en su novena edición, desatando los listones de colores que el año anterior se anudaron en la promesa de volver. La calenda se abrió paso entre las callecitas adoquinadas y, bajo un cielo de pájaros de carne y hueso y de papel, los cuentos fueron sonando para quienes se acercaban a oír, a reír, a mirar.
lunes, 11 de abril de 2016
lunes, 4 de abril de 2016
Primera vuelta, nuevos caminos
El primer viaje terminó. Después de veinte días de andar sobre ruedas por las sierras cordobesas, vuelvo a la capital.
Es un tiempo de idas y vueltas, mañana parto rumbo a Misiones para participar de "A Puro Cuento", un breve festival que lleva cuentos a las escuelas de Posadas. Luego, a mediados de mes me subiré a un vagón de tren para llegar a Buenos Aires y desde ahí volar hasta México. El festival Cuentos Grandes para Calcetines Pequeños, en Oaxaca, me invita en su novena edición a contar las historias que me cuentan. Después tocará volver a Buenos Aires, donde habrá algunas funciones y talleres rodando por ahí. Recién después de tanta vuelta cuentera volveré a subir a la bici, rumbo norte otra vez.
sábado, 2 de abril de 2016
Caminiaga y San Marcos Sierras: rincones imborrables
Voy a contarles sobre los rincones que encontré al despedirme de Cerro Colorado. Rincones, recovecos, recodos donde me llené de historias, donde me latió fuerte el corazón, donde me encontré contando y cantando. Pero antes permítanme una intro necesaria (porque no tengo otro lado dónde ponerla). Días previos a salir de viaje una amiga, Grisel, me regaló una bitácora viajera que comencé a usar en Cerro Colorado, aprovechando los días fríos (conozcan su página, Dicha Creativa, tiene cosas hermosas). Ese día arranqué así:
“¿Cómo se comienza una bitácora de viajes? ¿Contando a dónde se va? ¿Dónde se está? ¿De dónde se viene? Estoy en Cerro Colorado. Salí hace una semana de Saldán y algo que estoy extrañando mucho es la cercanía de algo fresco para tomar cuando YO lo quiera. Se nota la falta de heladera… ¿tendré que pagar siempre el frío de las bebidas? En este norte los caminos son largos y calientes así que tengo que averiguar cómo mantener fresca el agua, al menos hasta que tenga botellas térmicas. También tengo que solucionar cuestiones técnicas: ponerle patas a la bici, reemplazar las alforjas delanteras por unas caseras como las que hice para atrás, conseguir el bendito manubrio mariposa, cambiar los frenos, hacer fundas impermeables para la carpa, aislante, valija cuentera, tener un panel solar; adaptar un mini horno, una mini heladera, un equipo de audio, una biblioteca de libros sin peso… basta, a dormir.”
Al día siguiente comenzó a lloviznar. Se puso frío y el cielo prometía una lluvia intensa en breve, así que mudé la carpa a un lugar más resguardado. Ah! La carpa es una maravilla, se porta como una guerrera. Sigue la bitácora: