martes, 31 de marzo de 2015

¿Contar DE memoria o CON la memoria? Reflexiones, recetas y preguntas

Quiero hablarles de una frase que escucho seguido cuando se habla sobre el modo de aprender los cuentos que contamos: "este cuento me lo aprendí de memoria". Es una frase que me genera ruido, con la cual discuto y por eso es que quiero intentar desmenuzarla escribiendo este post. Ojalá se sumen y aporten lo suyo.


Muchas veces empleamos en la vida cotidiana el "me lo sé de memoria" para dar a entender que podemos repetir con exactitud cierta información: un número de teléfono, una dirección postal, un verso aprendido en la escuela, la letra de una canción y su melodía, una receta, el abecedario... la lista sería interminable. Y podemos repetir estos datos justamente porque los hemos REPETIDO con una cierta frecuencia en el tiempo. Ahora bien, repetir no siempre es igual que saber. Si, por ejemplo, tenemos que estudiar el modelo agroexportador para un examen de historia y repetimos cien veces el texto que figura en el libro, posiblemente logremos decirlo pero, ¿eso es saber y comprender qué significa el hecho histórico? Por el contrario, supongamos que debemos rendir un examen de biología y debemos estudiar el sistema osteoartromuscular y dar cuenta de los casi 650 músculos, 208 huesos y 360 articulaciones de nuestro cuerpo, seguramente tendremos que repetir y repetir y repetir hasta grabar todos esos datos en la memoria.

A la hora de contar cuentos literarios (es decir, que fueron escritos por un autor y los encontramos en libros generalmente) surgen dos formas, para mí interdependientes, para aprender y contar la historia. Una, repitiendo palabra por palabra lo que está escrito; y otra, contar una versión del cuento conociendo el esqueleto y el contenido, es decir: entendiendo el mensaje que quiso transmitir el autor, pero sin respetar a rajatabla las palabras que figuran en el papel. La idea no es juzgarlas sino hacer un intento por analizarlas con el fin de enriquerecer nuestros modos de aprender. Además, para que la frase "de memoria" deje de tener esa carga negativa que nos hace desconfiar de lo que escuchamos.

FORMA 1: Repetir palabra por palabra lo que está escrito


  1. Lea el cuento elegido al menos 20 veces. Si hay palabras que no entiende búsquelas en el diccionario. A partir de la lectura n° 15, lea tratando de anticipar las palabras que vienen. 
  2. Si conoce un método de memorización, aplíquelo. Si no, trate de repetir el texto sin volver a leerlo. 
  3. Descanse.
  4. Cuando pueda repetir el texto palabra por palabra, punto por punto sin errores, sin dudas, de atrás para adelante, escríbalo. Déjelo reposar un día (olvídese de él).
  5. Ahora que ya se sabe la letra, seguro fue pensando en el contenido del cuento, en el mensaje, en lo que quiso decir el autor, en lo que usted quiere decir al contar este cuento... Si no lo pensó, es hora de hacerlo.
  6. Es el momento de pensar la interpretación. Recuerde que es usted contando el cuento y no usted leyendo lo que un autor escribió. Evalúese. ¿Qué tienen su voz, su mirada, sus gestos,  sus silencios para aportarle a esta historia? Recuerde que decidió respetar la letra, pero sepa que eso no implica ajustarse a un modo único de contarla. 
  7. Tenga en cuenta un riesgo: ¿qué pasa si en el medio de la interpretación se olvida la letra? Ya sea por nervios, por una distracción, por una laguna mental, por alguien que lo enamoró a primera vista en el público, etc. ¿QUÉ HAGO? No sé usted, pero yo mando el método al diablo y apelo a la FORMA 2. 
Les dejo un ejemplo con un cuento de Eduardo Galeano... dale play!



FORMA 2: Contar una VERSIÓN del cuento conociendo el esqueleto y el contenido


(Este método tiene una larga historia en la Escuela de Cuentería "Narracuentos" y se llama "Oralización instantánea". Aquí paso una versión resumida del mismo, pero si querés profundizar, acercate a la escuela haciendo click acá)                                                                                                          
  1. Lea el cuento elegido TRES VECES
  2. Cierre el libro y cuéntele a alguien o al espejo la historia que acaba de leer. No se preocupe por recordar demasiados detalles, céntrese en recuperar el esqueleto, la estructura del cuento: inicio, desarrollo, nudo y descenlace. Repita este punto al menos tres veces. 
  3. Vuelva a leer el texto, sólo una vez.
  4. Intente ponerse en situación escénica y cuéntelo. Lo importante de estos primeros intentos es no frenar si se olvida cómo sigue. Cuente de principio a fin, como si estuviese arriba del escenario. 
  5. Ahora puede sentarse a trabajar con los detalles, con la carne de la historia, con los elementos literarios que el autor desplegó en la escritura. Elija los que le dan mayor sustento a la historia y apréndalos. 
Les dejo un ejemplo, la "Leyenda del tambor", y pueden leer el texto haciendo click acá

                             

Conclusiones inconclusas...


Ninguna de las formas son excluyentes. Ambas pueden convivir en nuestro ser narrador. Ambas necesitan de la memoria para ser puestas en práctica. Sin embargo, son diferentes y desafiantes. Yo he probado las dos y, cuando el trabajo es serio y responsable, dan buenos resultados. Cada uno irá descubriendo cuál de estas formas es la que mejor le sienta.

Hay textos que están escritos como si hubieran sido pensados para narrarse a viva voz. Otros, fueron hechos para ser leídos, lo cual no implica que sean imposibles de contar. Pero todos exigen un ejercicio memorístico, un poner en juego nuestros modos de memorizar. Yo acá planteo dos posibles, seguramente hay más (me encantaría que me cuenten los de ustedes), que apuestan a entrar de lleno en la historia y poder contarla con sinceridad y profesionalismo.

Ahora yo les pregunto... ¿qué es contar de memoria un cuento? 




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2 comentarios :

  1. Como has dicho, Marcelo, cada quien debe encontrar la forma que más le acomode. Yo no me atrevería jamás a sentenciar cuál es válida y cuál no.
    Sí puedo comentarles qué me funciona: Leo y releo, analizo, imagino y vivo el cuento todas las veces que sea necesario. A su tiempo, “reconstruyo” el relato con mis propias palabras, conservando desde luego la estructura y el mensaje, y aquellas frases originales que considero sustanciales para el espíritu, poesía y belleza de la historia. Este texto es el que repito hasta el cansancio; hasta que ya puedo dejar de preocuparme sobre lo que debo decir, y concentrarme en cómo: sentirme parte de la historia, con sus alegrías, sus dolores, sus emociones todas…. es decir, vivir el relato. Con el tiempo y cada oportunidad de contarlo, el cuento se va haciendo cada vez más parte de mí mismo, cada vez más rico, ya con mis palabras, ya desde mi profundidad.

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    1. Qué bellas palabras Ricardo! Me gusta esa idea de "reconstruir el relato con las palabras propias". Y es verdad que el relato hay que vivirlo, porque de hechoe l relato vive en uno. Muchas gracias, y seguimos en camino!

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